Después de diez días de protestas que paralizaron al país y provocaron al menos nueve muertos, el primer ministro de Haití, Jean Henry Céant, lanzó las primeras medidas para intentar frenar la crisis, entre ellas una reducción en los precios de la comida y la promesa de discutir un aumento del salario mínimo.
A última hora de anoche y apenas dos días después de que el presidente del país y objetivo de las protestas pidiera sin éxito un diálogo, Céant anunció la serie de medidas y advirtió que «sólo van a ser útiles si se discuten todos juntos».
Además, de prometer mejoras para el poder adquisitivo de las clases más bajas y una reducción del gasto público, Céant aseguró que la corrupción es uno de los principales problemas que enfrenta el país, según un discurso reproducido por la agencia de noticias EFE.
Entre sus principales promesas, destacó ampliar la investigación sobre el destino final de los fondos de Petrocaribe, el programa mediante el cual Venezuela suministra petróleo a Haití a bajo costo y que este mes quedó teñido de sospecha tras la publicación de una auditoria del Tribunal de Cuentas nacional.
«Necesitamos dar ejemplo con las personas que robaron el dinero de Petrocaribe», sostuvo el premier.
Según la auditoria, entre 2008 y 2016 existieron masivas irregularidades en el manejo de los fondos y al menos 15 ex ministros y actuales funcionarios están involucrados.
Pero el dato que más ira provocó en la sociedad es que una empresa que el actual presidente Jovenel Moise dirigía por entonces también estaría involucrada en el esquema de corrupción.
Por eso, las protestas que llegaron a paralizar la actividad del país y que fueron convocadas por el Sector Democrático y Popular, integrado por líderes de partidos de oposición y por grupos populares, comenzaron el 7 de febrero pasado, el mismo día del segundo aniversario de la llegada a la Presidencia de Moise.
Las manifestaciones, que han aumentado la inseguridad en esta nación caribeña y provocado un clima de caos e incertidumbre, se producen en medio de una severa crisis económica, que se agravó este año por una fuerte depreciación del gourde, la moneda oficial, y por la crisis de electricidad derivada de la escasez de gasolina.
La economía de Haití, donde más de la mitad de los 10 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares diarios, creció apenas 1,4 % en 2018, una de las más bajas de la región y muy por debajo del 2,2 % que se pronosticó a principios del pasado año y que después fue reducido al 1,8 %.
Moise, un empresario del sector banano que llegó al poder sin experiencia en la política, hizo un llamado esta semana a la unidad nacional y al diálogo, pero las protestas continuaron y el Sector Democrático y Popular rechazó cualquier tipo de negociación con el mandatario.
El sábado, por primera vez en más de una semana, el país vivió su primer día de relativa calma y registró un mínimo movimiento de personas y comercio.