El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva acusó a intereses de Estados Unidos de estar por detrás de la Operación Lava Jato para intentar reducir la influencia mundial de Petrobras, dijo que luchará hasta el final para ser candidato presidencial, y apuntó que el gobernante Michel Temer logró sortear un golpe de Estado.
En una extensa entrevista con Folha de Sao Paulo, Lula, condenado por corrupción y que puede ir a la cárcel en cuestión de semanas por orden de la cámara de apelaciones de Porto Alegre, subrayó que no se irá del país ni piensa en suicidarse y que luchará «hasta ganar».
Favorito en las encuestas para las elecciones de octubre, Lula puede ser inhabilitado a raíz de que fue condenado en dos instancias en la Operación Lava Jato, a la que vincula con los intereses del Departamento de Justicia de Estados Unidos en la petrolera estatal Petrobras.
«Estoy convencido, después de todo lo que pasó, que los estadounidenses están por detrás de todo lo que ocurre en Petrobras. Porque a ellos les interesa el fin de la ley reguladora del petróleo, el sistema de dividendos. Brasil descubrió la mayor reserva petrolera del siglo XXI», dijo.
Interpretó que las manifestaciones de junio de 2013 contra Dilma Rousseff fueron el inicio de un proceso «porque Brasil tenía un protagonismo muy grande».
El líder del Partido de los Trabajadores acusó al juez Sérgio Moro, que lo condenó en primera instancia por corrupción, de servir a los intereses de Estados Unidos.
«Creo que sí (que Moro tiene un mentor en Estados Unidos). Ahora está allá para recibir un premio de la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos. Se fue por 14 días. Yo ya recibí premios, uno va, lo recibe y se vuelve. Estoy apenas insinuando, dada la proximidad de los fiscales de Lava Jato con el Departamento de Justicia de Estados Unidos», dijo.
Empresas brasileñas como Odebrecht hicieron un acuerdo con el gobierno de Estados Unidos para poder seguir operando a cambio de revelar detalles sobre sobornos en Brasil y otros países, información que está bajo secreto en Washington.
Lula acusó a la Operación Lava Jato de condenarlo sin pruebas y que sus hijos sufrieron con la investigación judicial al punto que están desempleados.
«Estoy tranquilo, desde el impeachment contra Dilma Rousseff que digo que ellos no van a sacar a Dilma y dejar que Lula vuelva en los brazos del pueblo dos años después. Era necesario impedir a Lula», afirmó.
El ex presidente también señaló que empezar a trazar un «plan B» en caso de que no pueda ser candidato sería «dar todo como un hecho consumado».
En ese sentido, dijo que todos los demás candidatos esperan que no compita, para asegurarse un lugar en el balotaje de las elecciones de octubre.
Además, sostuvo que la disputa final se dará entre el PT y un candidato del oficialista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que presenta como precandidato al gobernador paulista, Geraldo Alckmin.
«Tengo certeza de que seré absuelto (por la tercera instancia) y que no seré detenido», subrayó.
También acusó a la cadena Globo de haber montado una conspiración para destituir a Temer el año pasado, en un supuesto plan para poner al presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, al frente del gobierno, y permitir la reelección del ex fiscal general Rodrigo Janot.
«Creo eso (que Globo intentó dar un golpe). Porque era importante mantener a Janot, sacar a Temer y poner a Maia. Temer les hizo el trabajo sucio, dio el golpe pero no era una figura aceptada, hubo un intento de golpe», subrayó Lula.
En ese sentido, subrayó que Temer «tuvo coraje de desenmascarar» al fiscal Janot, venciendo dos elecciones en el Congreso.
«No se sabe a qué precio, dicen que se gastaron en eso 30.000 millones de reales (unos 9 millones de dólares), pero Temer ganó las votaciones. Sigo pensando lo mismo de Temer, los hechos históricos no tienen sentimentalismo, es una fotografía apenas», contó.
El Superior Tribunal de Justicia tratará el próximo 6 de marzo un habeas corpus presentado por Lula para evitar ser detenido sin que se lo juzgue en las tres instancias.
El Tribuna Regional de Porto Alegre lo condenó a 12 años y un mes de prisión efectiva a partir de que se agoten los recursos de queja que se tramitan en esta cámara de apelaciones y que forma parte de un proceso que puede demorar apenas semanas.