En los últimos tiempos un número cada vez mayor de personas se hicieron el propósito de reducir su consumo de carne, o incluso eliminarlo por completo. El cambio a una dieta con menos carne puede ser un intento de ser más saludables, de reducir el impacto que generamos en el medio ambiente o bien de respetar el bienestar animal.
La producción de carne hoy es casi cinco veces más alta que a principios de la década de los 60: de 70 millones de toneladas a más de 330 millones de toneladas en 2017.
Una de las razones de este aumento es que hay muchas más personas que alimentar. Durante ese período, la población mundial se duplicó. A principios de los 60 éramos alrededor de 3.000 millones de personas y hoy en día hay somos más de 7.600 millones.
Pero hay otros factores que explican el aumento de la producción de carne. Y uno de ellos es el incremento de los ingresos. Y es que los ingresos promedios se han más que triplicado en medio siglo.
Cuando comparamos el consumo de carne en diferentes países, vemos que, por lo general, cuanto más ricos somos, más carne comemos. Así, no solo hay más personas en el mundo sino que también hay más personas que pueden permitirse el lujo de comer carne.
¿Quién come más carne?
Como decíamos, se evidencia un vínculo claro con la riqueza cuando observamos patrones de consumo de carne en todo el mundo. En 2013, el último año con datos disponibles de la FAO y de Our World in Data, cuatro países encabezaron la lista de consumo de carne en el mundo. Y uno de ellos es latinoamericano.
Se trata de Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Argentina.
Los cuatro países superaron los 100 kg de carne por persona y año, el equivalente a unos 50 pollos o a media vaca cada uno.
En Occidente, se come mucha carne: la mayoría de los países de Europa occidental consumen entre 80 y 90 kilogramos de carne por persona y año. En el otro extremo del espectro, muchos de los países más pobres del mundo comen muy poca.
El promedio en Etiopia es de 7 kg, en Ruanda de 8 kg y en Nigeria de 9 kg. Diez veces menos que el promedio europeo. Así, la carne sigue siendo un lujo en los países con bajos ingresos.
Estas cifras representan la cantidad de carne por cabeza disponible para el consumo. En realidad, se come un poco menos de carne de lo que dicen las cifras, pero sigue siendo una estimación cercana.
Fuente: BBC Mundo