Nota editorial
La noticia acaba de llegar a la Redacción de CLG: han encontrado el avión donde viajaba el jugador santafesino del Nantes de Francia, quien había sido transferido al Cardiff de Inglaterra, Emiliano Sala. Es la peor noticia, porque se achicó la esperanza casi hasta morirse. Casi, decimos, porque ante lo irreversible, ante la fatal desaparición de la esperanza, ante lo irreductible, se yergue la negación y otra esperanza: la del milagro. Sí, es solo un deseo desesperado, vano tal vez.
Huelgan las palabras y las disquisiciones. Solo decir, como en un comentario anterior, que Emiliano, de alguna manera, simboliza a tantas personas, buenas, queridas, inocentes y sobre todo jóvenes, que parten prematuramente y nos dejan con aflicción y con un interrogante existencial que no podemos resolver.
Hace unos días, periodistas de CLG le realizaron una nota a alguien que conocía bien a Emiliano, el señor Darío Cinquini, presidente del Club Guada, de San Jorge, Santa Fe, que esto decía: “Acá dejó una huella grandísima, porque tenía una meta puesta en esto. Renegaba mucho de su físico porque había pegado un estirón grande y al principio tuvo algunas lesiones. Pero todo lo suplía con el entusiasmo y las ganas que le ponía siempre. Era el primero que llegaba a entrenar y el último que se iba. Aconsejaba a los chicos los cuidados para jugar al fútbol. De acá se fue con un termo y un mate, sin saber el idioma. Es un pibe excepcional, siempre piensa en los demás».
¿Qué más decir? Es un domingo de fútbol, mientras escribimos esto están jugando Newell´s; Boca, más tarde River y otros tantos. La vida sigue. Y sigue también esa pregunta que atormenta a tantos: ¿Por qué?
Desde CLG lo recordamos con este homenaje de la hinchada del club francés Nantes, donde Emiliano es querido no solo por gran jugador, sino por tremenda persona de bien: