El papa Francisco alertó este lunes sobre su temor a un «derramamiento de sangre» en Venezuela, confesó que «el problema de la violencia» en el convulsionado país lo «aterroriza» y reclamó «grandeza» a quienes puedan resolverlo.
En declaraciones a bordo del avión papal que lo llevó de regreso a Roma desde Panamá, donde participó en la Jornada Mundial de la Juventud, Francisco dijo apoyar «a todo el pueblo venezolano» y reiteró su pedido de «una solución justa y pacífica» a la crisis que enluta a la nación caribeña. Por ello, pidió «grandeza a aquellos que pueden ayudar a resolver el problema».
«Debo ser un pastor. Y si tienen necesidad de ayuda, que se pongan de acuerdo y lo pidan», exhortó según reportes de las agencias internacionales de noticias ANSA y EFE.
De esa manera puso sobre el debate la posibilidad de volver a mediar en el conflicto como hizo sin éxito el Vaticano en 2017, cuando propició el diálogo entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición.
«Yo apoyo a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo. Si me metiera a decir ‘háganle caso a estos países o esos otros’, me metería en un rol que no conozco. Sería una imprudencia pastoral de parte mía y haría daño. Las palabras que he dicho las he pensado y repensado, he expresado mi cercanía a lo que siento. Yo sufro por todo esto» añadió.
Francisco ya se había referido a la situación venezolana el domingo durante su visita a Panamá.
«Aquí en Panamá he pensado mucho en el pueblo venezolano, a quien me siento particularmente unido en estos días. Ante la grave situación por la que atraviesa, pido al Señor que se busque y se logre una solución justa y pacífica para superar la crisis, respetando los Derechos Humanos y deseando exclusivamente el bien de todos los habitantes del país», expresó el domingo en un mensaje en la Casa Hogar El Buen Samaritano.