Cada 27 de enero se cumple un nuevo aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, el mayor campo de exterminio del régimen nazi. Por este motivo, en 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas eligió esa fecha para conmemorar anualmente a las víctimas del Holocausto.
En este fecha tan especial, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, llamaron a defender la democracia y a mantener vivo el recuerdo del Holocausto como advertencia contra el antisemitismo y el racismo.
Merkel definió el 9 de noviembre de 1938 -cuando los nazis protagonizaron ataques generalizados a propiedades judías en toda Alemania- como un momento clave que tuvo su desenlace en «la quiebra de civilización» que significó el Holocausto con sus 6 millones de muertos.
Steinemeier, por su parte, en un discurso ante el Parlamento alemán, dijo que los alemanes pueden estar orgullosos de las tradiciones de libertad y democracia «sin apartar la vista del abismo del Holocausto» y advirtió contra la idealización del pasado por parte de los nacionalistas.
El holocausto se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945. El régimen nazi asesinó a seis millones de judíos. Se estima que 2 de cada 3 europeos practicantes de esta religión perdieron la vida en la campaña de exterminio.
Cuando los nazis tomaron el poder, comenzaron a crearse los campos de concentración. En un principio, eran para presos políticos y se caracterizaban por el trabajo forzado. Con el correr de los años se convirtieron directamente en campos de exterminio.
Tras 1945, con el fin de la II Guerra Mundial y la caída del nacionalsocialismo, las circunstancias cambiaron pero el antisemitismo no desapareció. En el 80º aniversario, la canciller Merkel aseguró: «Este día tiene que recordarnos el daño que pueden causar la locura racistas, el odio y la xenofobia».