En la primera parte de la entrevista con CLG, la candidata a intendenta por el socialismo no sólo abordó temas políticos, sino que dejó caer el velo para mostrarse tal cual es.
Por Franco Albornoz
Tras una larga cadena de nombres, trascendidos y especulaciones, los principales dirigentes del Partido Socialista ungieron hace poco más de un mes a la concejala Verónica Irizar como candidata natural para intentar suceder a Mónica Fein en la intendencia de la ciudad.
Para llegar a las elecciones generales previstas para el 16 de junio, la ex secretaria de Hacienda del municipio tendrá que superar en las primarias del 28 de abril al concejal Pablo Javkin, a quien secundó en la nómina del Frente Progresista en los comicios legislativos de 2017 y ahora deberá enfrentar.
Su condición de mujer, juventud y conocimiento de las finanzas públicas fueron claves para ganarle la pulseada interna a distintos nombres con peso en ese espacio, como sus compañeros de bloque en el Concejo, Enrique Estévez y Horacio Ghirardi, el actual secretario de Salud del municipio Leonardo Caruana, o el senador provincial Miguel Cappiello.
En la primera parte de la entrevista con CLG, la candidata a intendenta no sólo abordó cuestiones políticas, sino que dejó caer el velo para mostrar cómo es y de qué manera situaciones de la vida la hicieron reflexionar sobre el sentido de lo humano. La mujer detrás de la dirigente política.
— ¿En qué momento de tu vida te llega esta oportunidad de ser intendenta?
— Asumí como subsecretaria de Hacienda en 2006 y hacía tres meses había sido mamá de Santiago, mi hijo más chico, por lo que el desafío fue grande. Tenía solo 31 años y sabía que tenía que estar fuerte para sobreponerme a las dificultades. Previo a eso, en el ’99 empecé a desarrollar tareas como pasante en los equipos técnicos de la Secretaría y renuncié al banco privado en el que trabajaba. Y partir de ahí siempre estuve en la gestión. Me gustan mucho las funciones ejecutivas y me entusiasma encabezar un nuevo ciclo del socialismo. La etapa anterior no está agotada, está cumplida. Binner, Cavallero y Estévez Boero fueron parte de una primera etapa. Hoy, sin embargo, toca comenzar un nuevo ciclo sobre la base de lo hecho. Se hizo mucho y queda mucho por hacer. Interpretamos el cambio que pidió la sociedad rosarina.
— ¿El ser mujer hizo más complicado ese proceso?
— Como mujer me tocaron enfrentar varias situaciones difíciles en ese sentido. Una vez tuve una diferencia con un empresario grande de la ciudad que no voy a dar el nombre: llegué a la reunión por tema de obra pública y dijo adelante de todos que no iba a hablar conmigo. Me tuve que ir pero le dejé en claro que hasta que no nos sentemos a charlar, no iba a cobrar. Y como esa hay muchas. En ese momento no estaba esta lucha de las mujeres y los espacios de poder eran de los varones, lo que te obligaba a plantarte más firme. Rosario tiene una historia muy vinculada a la cuestión de género, es una ciudad de referencia en la creación de igualdad de oportunidades con la mirada puesta en la mujer.
— ¿30 años es mucho tiempo?
— Escuchamos que 30 años son muchos. Yo tenía solo 13 años cuando todo empezó. Somos una nueva generación. Y también vemos cómo muchos proyectos políticos llegan al gobierno y se agotan en pocos años. El socialismo se sostuvo con logros y políticas públicas de calidad. En cambio el kirchnerismo en 12 años dejó un índice de pobreza del 30% y ni que hablar de Cambiemos, que en tres años destruyó el empleo como nunca se vio. Cierran industrias y los jubilados con la mínima no llegan a fin de mes. Esas son las otras alternativas de ciudad. Por eso estoy convencida que el tiempo no significa nada, lo que vale son los proyectos y la capacidad de llevarlos adelante.
— ¿El socialismo se debía un recambio generacional? ¿Estás de acuerdo con que llegó tarde?
— El recambio era un reclamo de las bases. No sé si llega tarde. Las cosas se dan en su momento justo. No es casual que hoy se dé un recambio generacional fuerte. Hay un montón de compañeros y compañeras que están preparados y tendrán un rol importante. Debemos abrirnos, pero abrirnos en serio a sectores independientes que tienen más para dar y quieren participar de esta transformación de Rosario.
— ¿Te preocupa la mediocridad en el ámbito político? El sacar ventaja a costa de la “caída” del otro…
— Me siento en la responsabilidad de cambiar esa forma de hacer política. Por ejemplo con lo que pasó en el Concejo, no hay que buscar responsabilidades en otro. Sino que como en cada ámbito de la vida cada uno se haga cargo de lo que le toca. Estos temas tan complejos se trabajan en conjunto, fuera de cualquier mezquindad. Nadie puede hacer política aprovechando ataques a las instituciones por parte de sectores mafiosos. Lo que pasa no es casualidad. Es consecuencia una decisión política el gobierno provincial de agarrar a bandas criminales, encerrarlos y juzgarlos. Entonces la lucha debe ser conjunta sentados en la misma mesa nación, provincia y municipio.
— Hoy el mundo habla de Trump y Bolsonaro. Desde la función pública, ¿advertís que el ciudadano común se hartó de la clase política por una serie de derechos insatisfechos?
— Está en juego la democracia. Se rompió el contrato social que unía a la sociedad con la política y debemos recomponerlo de forma urgente. La mejor manera para reconstruirlo es hacer propia la agenda de la gente, de los vecinos. Mi compromiso es hacerlo porque estoy convencida que Rosario tiene potencial para cambiar la realidad. No puede ser que después de más de 30 años de democracia haya un tercio del país en la pobreza. Más producción y más trabajo son claves para transformar esta realidad violenta.
— La vida muchas veces te pone a prueba e imagino que pasaste por momentos difíciles o situaciones que te cambiaron tu visión de la vida o de lo humano. ¿También te sirvieron para mirar de otra forma la política?
— Lo que más me marcó en la vida fue el nacimiento de mi primera hija, Agustina. Nació en la vieja Maternidad Martin. En ese momento yo no tenía obra social porque estaba contratada y tuve muchos problemas con el embarazo. Nació con bajo peso, prematura y con síndrome de Down. Ese fue el quiebre en mi vida. Ahí tomé conciencia de lo que significa un sistema de salud pública como el de Rosario para mucha gente. Hoy Agustina está viva gracias a la salud pública de la ciudad y por eso voy a defenderla con todas mis fuerzas. Hoy veo la nueva maternidad con una neo increíble, los mejores aparatos y grandes equipos. Esos son los cambios revolucionarios que transforman y por lo que creo que este proyecto tiene que seguir gobernando Rosario.
— ¿Qué aportó ese quiebre en tu vida a tu formación humana?
— Soy una persona que me caracterizo por el hacer, por la acción y por la escucha. Uno puede escuchar el relato, pero hasta que no lo vivís en carne propia no dimensionás. Mucho de lo que le reclamó la ciudad y los rosarinos al socialismo tiene que ver mejorar la escucha y el diálogo, algo que me enseñaron mis hijos y la militancia territorial. Creo en una economía social con escala humana, dónde la mirada de las personas se imponga por sobre las cuestiones económicas, pero el mundo es capitalista y también necesitamos coordinar un mejor Estado que fije normas.
— ¿Cómo te imaginás el 17 de junio?
— Planificando los primeros 100 días de gobierno que ya tenemos planteado. Estoy convencida que vamos a llegar con nuestra propuesta a los rosarinos. Estoy muy confiada en que vamos a ganar las primarias y las generales. Estoy contenta, entusiasmada y con ganas de concretar las propuestas que pensamos para la ciudad.
*Primera parte de la entrevista. La segunda, en la edición digital de este jueves