Por Sofía Botto
Hace unos días Jorge Rial se puso el pañuelo verde y abrió un espacio en su programa “Intrusos” para debatir sobre
el aborto legal. El hombre de los chimentos de la televisión argentina, el que siempre habló de cosas mundanas, superfluas e incluso machistas, puso en la pantalla de uno de los programas más vistos del país el debate sobre la soberanía de los cuerpos de las mujeres.
Lejos del Congreso de la Nación, donde el Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo fue cajoneado en las
últimas seis veces que fue presentado por la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, el debate transpasó las barreras del feminismo militante para también instalarse en los medios de comunicación y las redes sociales.
Prueba de ello es una pequeña encuesta en Twitter que hizo Eduardo Feinmann en pleno verano, ferviente militante contra la práctica, donde a la pregunta de “Ud. Está a favor o en contra del aborto legal, seguro y gratuito” la respuesta fue contundente: casi el 80% de los 190.000 usuarios que respondieron dijo estar a favor.
No hay más nada que agregar. El debate sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo está presente en nuestra sociedad desde hace tiempo, con ganas de que nuestros y nuestras representantes se hagan eco de que en este país se hacen 500.000 abortos por año, según cifras del propio Ministerio de Salud de la Nación.
El aborto en las condiciones actuales es la primera causa de muerte de las mujeres gestantes desde hace más de una
década. Lo que mata es la clandestinidad, es el abandono del Estado de miles de mujeres que año a año se ven obligadas a tomar la decisión de interrumpir un embarazo en la soledad y en la inseguridad, poniendo su vida en riesgo y donde casi 100 de ellas mueren por año, todas en situación de pobreza.
El correlato de la ilegalidad del aborto también implican cifras millonarias, donde son los mismos profesionales
quienes cobran por realizar la práctica en una clínica privada mientras que luego, en el ámbito público, se inscriben en el registro de objetores y objetoras de conciencia. Por cierto, este registro es una buena cuestión a debatir ya que hace primar las creencias individuales por sobre las necesidades sociales y colectivas, algo bastante discutible en un Estado de derecho.
Hace unos días la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito se reunió con algunas diputadas para presentar
transversalmente el proyecto por séptima vez consecutiva. La novedad de este proyecto es que viene sosteniendo una adhesión alta donde se logró incluso alguna vez tener las firmas de miembros de todos los bloques políticos.
Este año se espera tener nuevamente esa adhesión, aunque en la práctica eso no signifique que cada legislador o legisladora vote de acuerdo a su posición personal, como lo vienen haciendo.
De lo que no hay dudas es que el debate está en la agenda y que tenemos más posibilidades que antes de que se discuta y se apruebe. La decisión sobre el propio cuerpo de las mujeres es una cuestión de derechos humanos. Mientras tanto cientos de mujeres mueren por causas evitables.