El azúcar es un combustible vital. Sin ella, las personas no podrían moverse ni pensar. Sin embargo, aunque las neuronas exigen un continuo suministro energético de glucosa, hoy se sabe que el exceso de moléculas de azúcar puede ocasionar un efecto boomerang en el cerebro.
«Tenemos un cerebro goloso, y ese es nuestro mejor ejemplo de supervivencia. Mientras nuestro sistema metabólico nos exige su consumo para poder realizar las funciones químicas y fisicoquímicas necesarias, nuestro cerebro gasta el 20% de la energía del total de la glucosa que fabricamos, convirtiéndose en su principal consumidor», explicó el doctor Rubén Mühlberger, experto en medicina orthomolecular, genómica y anti aging.
Y es que toda esta energía se utiliza para nutrir la comunicación entre neuronas. «Cada una de nuestras 100 mil millones de neuronas está conectada a miles de otras células en 100 billones de sinapsis (los puntos de conexión entre dos neuronas) y es en esta comunicación cuando nuestro cerebro consume la mayor parte del azúcar que ingerimos», dijo el profesional.
El médico español Ramón de Cangas, de la Academia Española de Nutrición y Dietética, remarcó su proceso con cifras contundentes: «El cerebro consume 5,6 miligramos de glucosa por cada 100 gramos de tejido cerebral por minuto. Sin embargo, si lleváramos una dieta libre de azúcar, no existiría peligro alguno: nuestro organismo cuenta con otros mecanismos para obtener glucosa ya que el cuerpo puede sintetizarla a partir del glucógeno (polisacárido que almacena nuestro hígado y músculos; o de nuestra propia grasa). Además, todos los alimentos que ingerimos terminan convirtiéndose en glucosa, por lo cual resulta difícil que podemos enfermarnos por falta de ella».
«Controlar la calidad y cantidad de azúcar que ingerimos (sobre todo en tiempos donde abundan los alimentos industrializados) puede evitarnos un sinfín de enfermedades que vienen en aumento, entre ellas:
-Problemas renales, arteriales, en el sistema nervioso y hasta en la retina
– Diabetes tipo 1 o 2
-Demencia
-Alzheimer
-Envejecimiento cerebral prematuro
Comprobación científica
Los neurólogos que han estudiado estos efectos negativos, concluyeron que existe una estrecha relación entre la hiperglucemia y la reducción del hipocampo.
El grupo de investigadores de la Universidad de Boston reveló, por ejemplo, que las bebidas azucaradas reducen el volumen cerebral y disminuyen notablemente las puntuaciones en las pruebas de memoria. «La reducción en el tamaño del cerebro está asociada con un riesgo alto de sufrir alzheimer», publicaron en Alzheimer’s & Dementia. Para llegar a esta comprobación, los expertos usaron datos de más de 4000 personas mayores de 30 años. Examinaron sus cerebros mediante imágenes de resonancia magnética y midieron sus capacidades de memoria a través de pruebas psicológicas. Además, todos respondieron cuestionarios sobre la frecuencia con la que consumen ciertos alimentos y las bebidas azucaradas se destacaron entre el resto.
Otro estudio, realizado en la Universidad de Harvard, comprobó el efecto que el exceso de glucosa causa a nivel cerebral, como el envejecimiento prematuro y la reducción de las capacidades neuronales. En este caso, el equipo de investigadores de EEUU seleccionó a 40 personas cuya edad promedio era de 66 años. De estos, 19 tenían diabetes tipo 2 y el resto estaba sano. El 100% de los miembros se sometieron a test de memoria y de inteligencia al inicio del estudio y a los dos años. También se sometieron a dos resonancias magnéticas específicas, con el fin de evaluar el volumen cerebral y el flujo sanguíneo. A su vez, se les extraía sangre para medir los niveles de azúcar. Al cabo de los dos años, en las imágenes cerebrales de los pacientes con altos niveles de azúcar se observaron reducciones en su capacidad para regular el flujo sanguíneo en el cerebro.
También tenían puntuaciones más bajas en varias pruebas de habilidades de la memoria y el pensamiento. Las personas con menor capacidad para regular el flujo de sangre al inicio del estudio tuvieron incluso mayores descensos en una escala que mide las habilidades para realizar tareas diarias como bañarse o cocinar.
Sin dudas, el consumo de glucosa es fundamental, pero no para nuestro cerebro. Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se debe reducir el consumo de azúcar libre de las dietas.
En definitiva, todos los alimentos mutan en glucosa, especialmente los carbohidratos que se encuentran en los cereales, tubérculos, legumbres, productos lácteos, frutas y verduras.
«Si llevamos una dieta equilibrada, orgánica y natural no habrá que alarmarse. La energía estará asegurada aunque no comamos nunca más un chocolate. Y recuerden lo que dijo el escritor y químico italiano Primo Levi: ‘el destino del vino es ser bebido, el de la glucosa, ser oxidada'», enfatizó el Mühlberger.
«Si no queremos abrumar nuestras neuronas y buscamos un cerebro joven, vital y longevo, hay una lista de alimentos que debemos comenzar a incorporar a diario: verduras de hojas verdes, peces azules, arándanos, huevo, palta, tomate, frutos secos, germinados y semillas», concluyó el especialista.