-La vida ¿Qué es la vida?
-¡Vaya pregunta! ¿Acaso soy filósofo, Inocencio, para hablar de tal cosa?
-Bueno, después de todo, discurrir a lo grande o a la pequeño, amigo mío, todos lo han hecho y lo siguen haciendo; así que…
-Así que puedo hablar porque aún no cobran impuestos por eso.
-Por el momento.
-Bueno, la vida es un corazón que palpita, unos ojos que miran. Pero sobre todo, amigo, la vida es un sueño que puja, como la criatura en el vientre materno, por ver la luz. Es una ilusión, un holograma que quiere ser real.
-¡Hum!
-La vida, en sus primeros tramos, es el vuelo desprolijo de un ser confuso, que anda de aquí para allá, queriendo saber dónde está y qué debe hacer. Después se vuelve un vuelo agradable. Pero esto dura poco tiempo, porque el ser debe necesariamente volar buscando un destino. Y allí, en ese preciso punto, comienza la verdadera vida. Pasado el tiempo, si es inteligente, advierte que su destino está en “la palma de su mano”; sino, volará y el destino anhelado jamás, jamás, llegará. Hay seres que vuelan, vuelan, se cansan de volar procurando encontrar lo soñado y no lo logran. Encuentran una rama y descansan, disfrutan de la sombra, se alimentan, beben y se lanzan de nuevo al espacio buscando, afanosos, ese destino. Y nuevamente se cansan, encuentran una rama y reposan. Y así, siguen y siguen buscando un destino que jamás hallan. Con el tiempo, vuelan vacíos, insatisfechos, incompletos, a veces entristecidos.
-¿Jamás encuentran su destino? Eso es demasiado pesimista ¡¿Cómo que jamás lo encuentran?!
-Porque suponen que eso que buscan es sublime, grandioso, elevado, perfecto, glorioso. Y se equivocan, porque el destino es pequeño, humilde, simple. Y allí reside su grandeza y su valor.
-Siga.
-Un buen día, estos buscadores del gran portento, en pleno vuelo, sienten que el corazón se detiene, el universo entero les da vueltas en un instante. Las alas se repliegan y se precipitan a tierra sin saber de dónde vinieron ni hacia dónde fueron.
-La vida es entonces, Candi, una gran tristeza con algunas sonrisas.
-No, todo lo contrario. La vida es una sonrisa con algunas tristezas, Inocencio.
-¿Sí?
-Sí. La felicidad está en volar, querido mío. Nuestro destino, como seres, está en el propio vuelo y allí encontramos las más grandes cosas, las de mayor significado; las que, a la vista de los necios, son insignificantes.