Se prevé que miles de «chalecos amarillos» se congreguen este sábado en París en el «tercer acto» de protestas antigubernamentales, después de una primera jornada nacional, el 17 de noviembre, seguida el 25 de noviembre por manifestaciones que derivaron en graves disturbios en los Campos Elíseos. Favorecido por el apoyo de dos de cada tres franceses, el movimiento de los «chalecos amarillos», que pide –entre otras muchas y dispersas demandas– una mejora del poder adquisitivo, menos impuestos y una bajada del precio del carburante, quiere hacerse oír de nuevo en el centro de París. – Solo peatones Ante esta tercera jornada de protestas, las autoridades decidieron cerrar el tráfico en los Campos Elíseos, aunque los peatones sí podían acceder a esta turística avenida parisina. Las fuerzas de seguridad y los comerciantes han tomado sus precauciones, tras los destrozos causados el 24 de noviembre. Muchos comerciantes colocaron tableros de madera frente a sus locales, mientras el acceso de los peatones a los Campos Elíseos era cuidadosamente vigilado y filtrado este sábado por la mañana por la policía, con un minucioso control de bolsas. «Nuestra responsabilidad es que todo ocurra de la mejor manera posible» afirmó el ministro del Interior, Christophe Castaner, que acudió a primera hora del sábado a los Campos Elíseos para «saludar» a las fuerzas de seguridad. Unos 5.000 hombres han sido movilizados en la capital, donde están además previstas una manifestación del sindicato CGT y de estudiantes contra el alza de las inscripciones para estudiantes extranjeros. – «Es viento» El gobierno, saturado por los llamados de los políticos a hacer un gesto a estas reivindicaciones de los ciudadanos más vulnerables, intenta organizar un diálogo con representantes de los «chalecos amarillos», por ahora en vano. Los anuncios que hizo esta semana el presidente Macron –un dispositivo para limitar el impacto de las tasas al carburante así como un «gran diálogo»– no convencieron. «Es viento», reaccionaron varios manifestantes, algunos de los cuales siguen acampados en las carreteras o en las rotondas. «Necesitamos algo concreto, no humo», resumió Yoann Allard, un obrero agrícola de 30 años. Esta nueva manifestación es ahora observada con recelo por el ejecutivo de Macron, que accedió a la presidencia francesa hace solamente 18 meses y cuya popularidad cae de forma imparable. La primera jornada nacional de los «chalecos amarillos», el 17 de noviembre, congregó en toda Francia a 282.000 personas, y la segunda a 106.000, 8.000 de ellas en París. Este movimiento de cólera y protesta se extendió el viernes a Bélgica, donde un centenar de «chalecos amarillos» belgas se manifestaron en Bruselas.]]>
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En los Campos Elíseos