Nuestro país encabeza rankings de la región y del mundo tan negativos como pobreza, desconfianza y vulnerabilidad. Pero, sin embargo, se codea en el G20 con las potencias más importantes del mundo. Entonces, ¿qué hace Argentina en esta cumbre? Un informe de la BBC intentó responder a esta paradoja.
Del grupo del G20, Argentina ha sido el miembro más inestable en esta década. En intercambio comercial, tamaño de la economía y poder adquisitivo está entre el último y el penúltimo lugar.
Sin embargo, pese a sus desequilibrios estructurales, Argentina es uno de los mayores exportadores de alimentos del mundo y por eso, históricamente, ha estado entre las 20 economías más grandes.
¿Por qué está Argentina en el G20?
Entre los emergentes de los 90
El G20 tuvo su primera versión en 1999 y se limitaba a reunir a presidentes de Bancos Centrales y ministros de Economía y Finanzas. «En aquel contexto, la Argentina era un ‘emergente’ en términos financieros más que por su potencia económica propiamente dicha», dice el argentino Juan Gabriel Tokatlián.
Además, el sistema cambiario instalado por el gobierno de Carlos Menem (1989-1999), el cual anclaba el peso argentino al dólar, daba la impresión de que la economía argentina era enorme. Pero, cuando ese esquema se derrumbó, la economía volvió a caer.
El G20 como hoy se conoce nace en el marco de las crisis de 2008 y «‘sacar’ a un miembro del Sur por su volatilidad hubiera sido y es absurdo e incomprensible», añade Tokatlián. Desde entonces, Argentina ha sido un miembro activo del G20.
«Volver al mundo»
Desde su campaña presidencial, una de las premisas que más repitió Mauricio Macri fue la de «volver al mundo» para acabar «de una vez por todas» con la fragilidad económica de Argentina.
Macri dio vuelta por completo la política exterior que tuvo Argentina durante el gobierno de Cristina Kirchner, que se caracterizaba por un proteccionismo económico y un discurso crítico para con Estados Unidos y los organismos multilaterales.
Macri, que como empresario y millonario siempre fue cercano al poder internacional, no sólo «saldó las cuentas pendientes» con los tenedores de bonos de Wall Street en busca de mejorar la reputación del país, sino que postuló a Buenos Aires como sede de la reunión ministerial de la Organización Mundial de Comercio, que tuvo lugar en 2017.
Con eso, Estado Unidos, Francia, Alemania y otras potencias le dieron la bienvenida al club. Ahora Macri quiere y tiene pendiente ser aceptado en otro de estos clubes: la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El lobby para el G20
La sede del G20 —que no tiene mecanismos burocráticos de decisión ni gestión— no se otorga por turnos o de manera organizada, sino que se da al país que logre convencer a todos los miembros.
Cuando a Macri se le ocurrió la idea de postularse, la presidencia estaba en manos de China y fue allí donde el equipo de la entonces canciller, Susana Malcorra, hizo lobby para desbancar a un candidato ya establecido, India.
Hoy esa buena relación de Argentina con Occidente es considerada clave para, por ejemplo, haber obtenido el préstamo del FMI por US$57.000 millones que le dio un empujón a Macri de cara a las elecciones de 2019.
«No es que el FMI le dio a Argentina el préstamo porque estaba en el G20, pero son cosas que ayudan, que son el beneficio de ser parte de los mercados y de tener buena relación con estos países», dice Pablo Ava, investigador del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), un centro de estudios, y director de T20, un grupo de afinidad al G20.