El Congreso de la Nación atraviesa por una suerte de cierre anticipado del año motivado por los cortocircuitos internos del interbloque Cambiemos, entre la UCR y el PRO, que en realidad marcan el inicio de la negociación en la coalición de gobierno por la redistribución de roles y lugares que el radicalismo espera hace rato y las elecciones propician.
El malestar público del partido que preside el gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, con el Gobierno por la supuesta «impericia» a la hora de evitar que el peronismo les arrebatara un lugar en el Consejo de la Magistratura le impuso al Congreso un cierre abrupto y deslucido, que unos pocos tratan dificultosamente de evitar. Sin embargo, el enojo del radicalismo por el tema parece algo exagerado o quizás sobre actuado, si se observa que era casi imposible impedir esa estocada frente a una unión coyuntural de todas las facciones del peronismo como la que se vio en la Cámara de Diputados.
El radicalismo apuntó al ministro del Interior e interlocutor oficial con el peronismo, Rogelio Frigerio, cuando se quejó de que el reparto de lugares en el Consejo de la Magistratura no fuera parte de las negociaciones por el Presupuesto 2019, pero la realidad es que durante esa discusión nadie, ni del PRO ni de la UCR, mencionó el tema. En todo caso, más que una mala negociación por parte de Frigerio, como sugieren los radicales, lo que ocurrió se debió a que el arco oficialista en su totalidad subestimó la plasticidad del peronismo, que dejó de lado por un día sus peleas internas para avanzar un casillero en el tablero del poder.
Entonces, ¿por qué semejante reproche público? ¿Por qué el faltazo de los líderes legislativos de la UCR a una reunión de Gabinete? ¿Es sólo la bronca por haber perdido una pulseada o hay algo más?
No es demasiado arriesgado pensar que la furia radical de las últimas semanas es el inicio de la «rosca» política al interior de Cambiemos, una excusa para sentarse luego a negociar con el PRO «a cara de perro» los lugares en las listas y la estrategia electoral, para tratar de conseguir más de lo que el Gobierno estaría dispuesto a darles si el clima fuera de paz y armonía.
La UCR reclama hace rato mayor participación en la toma de decisiones del Gobierno y hasta ahora no obtuvo respuesta, pero con las elecciones encima y la campaña de reelección del presidente Mauricio Macri lanzada «ya es hora» de que el Gobierno atienda ese reclamo, comentó un experimentado legislador radical al ser consultado por NA.
«No nos importan los cargos, sino la participación en las decisiones que se toman. Hay cosas que nos enteramos por ustedes», se explayó el mismo dirigente radical, repitiendo así una frase que también se le ha escuchado varias veces a Cornejo en conversaciones reservadas y a buena parte del radicalismo. De todos modos, tener un cargo y participar de las decisiones terminan siendo la misma cosa, como lo demostró este dirigente que, después de repetir ese mantra, agregó: «Por supuesto que queremos la Vicepresidencia».
Atado al reclamo de las candidaturas, el otro elemento importante en la mesa de negociación entre el PRO y la UCR es la estrategia electoral en cada distrito, cuya definición el radicalismo quiere acelerar debido el escenario de adelantamiento de los comicios en casi todas las provincias.
En provincias gobernadas por el peronismo, como La Pampa o Santa Cruz, los radicales buscan armar frente electorales amplios, que pueden incluir a algún dirigente peronista descontento, según supo esta agencia. En las que ya hay acuerdos de ese tipo, como Jujuy (gobernada por Gerardo Morales, uno de los pesos pesados de la UCR junto a Cornejo) quieren afinar el lápiz, porque no hay tantos lugares en las listas como para contentar a radicales, peronistas aliados y además al PRO.
Para todo ello, es necesario que todos los integrantes de la coalición de gobierno lleguen a un entendimiento respecto de la política de alianzas. Así, la molestia expresada a viva voz por la UCR ante el «descuido» en el Consejo de la Magistratura funciona como una excusa perfecta para llegar con mayores pretensiones a esas negociaciones, que empezarían el martes, durante un encuentro entre Macri y el radicalismo.
No obstante, el malestar es genuino y no es nuevo: desde hace varios meses se escuchan en el campamento radical de Diputados susurros sobre Frigerio, de quien dicen que le concede al peronismo todo lo que pide (más de lo que la UCR consigue de sus aliados) pero después el partido opositor siempre les hace alguna trapisonda.
En este sentido, la jugada sobre la Magistratura bastó como ejemplo para la UCR. Los radicales temen también que, en ese «concederle todo» al peronismo, Cambiemos esté corriendo un riesgo electoral en aquellas provincias gobernadas por peronistas que despegan las elecciones locales de las nacionales y donde los principales rivales son del radicalismo.
Como muestra está la provincia de Córdoba, donde el gobernador Juan Schiaretti y su tropa legislativa mantenían hasta ahora buen diálogo con el Gobierno (que ahora se cortó por el apoyo del caudillo cordobés a la jugada del Consejo de la Magistratura) mientras el jefe del interbloque de Cambiemos de Diputados, Mario Negri, se prepara para competir.
Por una de esas «coincidencias» que suele haber en política, es Negri además el que perdió su silla en el Consejo y uno de los más enojados con el Gobierno por toda la situación.