El 15 de noviembre de 2017 se perdió el rastro del submarino ARA San Juan. La última ubicación reportada fue a 240 millas náuticas (432 kilómetros) de la costa, en el Golfo San Jorge, al sudeste de la Península Valdés y unos 1.300 kilómetros al sur de la capital argentina.
Desde ese día se comenzó a montar un operativo de enorme escala y con colaboración internacional para la búsqueda. La Armada Argentina sumó aeronaves y embarcaciones nacionales y extranjeras.
Varios países comenzaron a brindar su colaboración con aviones, radares, barcos y otros navíos equipados con tecnología de vanguardia. Llegó ayuda desde Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Chile, Perú, Brasil, Uruguay, Colombia, Rusia y Noruega.
Uno de los buques que arribó fue el Skandi Patagonia. Contratado por la Marina de los Estados Unidos, es una embarcación 93 metros de largo y una capacidad de hasta 100 tripulantes. Trajo consigo cuatro vehículos sumergibles no tripulados que se manejan por control remoto.
Se trató de un Bluefin 12D y tres Iver 580. El primero es capaz de operar a 3 nudos, a una profundidad de 5 mil pies durante 30 horas. Mientras que los restantes pueden operar a 2,5 nudos a una profundidad máxima de 325 pies por 14 horas. Utilizando el sistema Side Scan Sonar, estos equipos autónomos escanearon el fondo marino en pos de detectar cualquier señal.
La Armada de España envió por su parte tres contenedores especiales, que fueron diseñados para dotar de oxígeno, alimentos, medicamentos y demás suministros necesarios para tripulantes, en caso de que un navío averiado.
En tanto que en un avión C-17 proveniente de los Estados Unidos llegó un mini submarino que tiene una cámara hiperbárica que sirve para hacer un traspaso bajo presión. Una campana de evacuación y grúas de enganche también fueron parte de la ayuda del exterior.
Los barcos nacionales que participaron fueron las Corbetas ARA Rosales, ARA Espora, ARA Robinson, ARA Espiro, ARA Granville, el buque logístico ARA Patagonia, el aviso ARA Puerto Argentino, el buque oceanográfico ARA Puerto Deseado, y los destructores ARA La Argentina, ARA Sarandí y ARA Almirante Brown.
De los rastrillajes también formaron parte aviones B-200, un helicóptero Fennec orgánico y un avión turbo Tracker. Entre los extranjeros llegó el avión de patrulla marítima P-3 Orion de la NASA, perteneciente al programa IceBridge, que se encontraba por entonces en Ushuaia.
Luego de 15 días, la Armada Argentina y el Ministerio de Defensa comunicaron la culminación del caso SAR (Search and rescue, por sus siglas en inglés), que tiene como objetivo «el salvamento de personas, con el fin de preservar la vida humana».
«En total, participaron 28 buques, 16 de la Armada Argentina; 9 aeronaves, 3 de la Armada Argentina; 4 mil hombres, 3200 de la Armada Argentina, sumando un total de 18 países», informó el parte oficial.
Habiendo superado el doble del tiempo de los protocolos internacionales para el rescate de la dotación, en esas dos semanas se barrieron un total de 557 mil millas náuticas cuadradas de exploración visual y 1.049.479 millas náuticas cuadradas de exploración radar sin obtener contacto con el navío ni sus balsas salvavidas.
Desde entonces, los esfuerzos estuvieron abocados a hallar la nave. Se hizo una reestructuración de personal y material. En aquel momento, en el área de operaciones haciendo el mapeo –en una búsqueda concentrada de 40 kilómetros de radio– continuaron cinco unidades.
En agosto pasado el Gobierno contrató a la empresa estadounidense Ocean Infinity para continuar con las tareas de rastrillaje. La compañía dispone del buque noruego Seabed Constructor, equipado con cinco submarinos robóticos que pueden sumergirse a 6.000 metros de profundidad, filmar y recolectar datos en alta resolución.
En el contrato firmado por las partes se establece que sólo cobrarán 7,5 millones de dólares si logra encontrar al ARA San Juan. Tiene un plazo de 120 días para hallarlo.
El jueves 15 de noviembre, el último día antes de la suspensión de la búsqueda por cuestiones de mantenimiento, la empresa Ocean Infinity decidió que el buque retome la búsqueda.
La inesperada decisión se debió a la revisión de imágenes ya recopiladas en el inicio de los operativos. El nuevo análisis de los datos daba cuenta de un objeto «de 60 metros de longitud» a «800 metros de profundidad».
Finalmente, el sábado 17 de noviembre se retomaron los operativos con un minisubmarino en la zona de búsqueda. El artefacto se sumergió para verificar aquel objeto que presentaba las características de un submarino teniendo en cuenta sus dimensiones.