Prepara la botella de oxígeno si quieres visitar estos dos templos en lo alto de una montaña a más de dos kilómetros de altura
Cuando hablamos de megaconstrucciones, Arabia Saudí sale a relucir con sus numerosos proyectos de récord y, evidentemente, The Line. Sin embargo, China no va a la zaga y tiene en su haber varias construcciones de auténtica locura, más los que están en construcción. Sin embargo, esa ambición también podemos verla en el pasado.
Y si retrocedemos unos 500 años, encontramos dos templos espectaculares a más de dos kilómetros de altura en la cima de la montaña Fanjing.
Una isla en las alturas. En la zona de Guizhou en el centro de China se encuentra una cadena montañosa conocida como Wuling. Se trata de una cordillera espectacular que es hogar de numerosos grupos étnicos y cuya particularidad es que tiene más de 3.000 pilares de cuarcita. Imagina altísimas atalayas naturales que se elevan respecto al resto de la cadena de montañas.
Es tal la importancia ecológica de este sistema que el pico Fanjingshan se convirtió en Reserva de la Biosfera de la UNESCO en 2018 y fue incluida en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2018. ¿El motivo? Se estima que existen más de 3.700 especies de plantas, 2.317 especies de invertebrados, 450 especies de vertebrados y es el hogar tanto del abeto Fanjingshan como del mono de nariz chata de Guizhou, que está en peligro de extinción, lamentablemente.
9.000 escalones. Sin embargo, naturaleza no es lo único que podremos ver si vamos a la zona. Resulta que esta montaña es sagrada para los budistas y, como si del templo de los Maestros del Aire de ‘Avatar’ se tratara, a lo largo de diferentes dinastías se fueron construyendo templos, pero llegó un momento en el que quisieron llegar aún más arriba. Para encontrar más paz, imagino. Fue entonces cuando construyeron los templos en la Cumbre Dorada de las Nubes Rojas.
No está claro si se levantaron durante la dinastía Tang (del 618 al 907 d.C.) o durante la dinastía Ming bajo el mandato del emperador Yongle entre 1403 y 1425. Lo que sí es cristalino es que están a 2.336 metros sobre el nivel del mar y, para llegar, hay que subir la friolera de 9.000 escalones. Es un recorrido lento, que lleva unas cuatro horas y hay que tener en cuenta que los escalones son empinados e irregulares.
Presente y futuro. Como decimos, el camino no es nada sencillo, pero la recompensa es poder acceder al Templo del Buda por la escalinata principal. Este templo simboliza el presente y, cruzando un puente muy cortito, accedemos al Templo Maitreya que representa el futuro y que está en el otro pico de Fanjingshan. Si no hay niebla, las vistas son espectaculares.
Algo curioso es que varios de los templos de la montaña fueron destruidos durante el siglo XVI, en la dinastía Ming, pero en la posterior dinastía Qing se ordenó su reconstrucción y la montaña se convirtió en la ‘Quinta Gran Montaña Budista de China’.
Aprovechando el viaje. Por si el paisaje y los dos templos de la cima fueran poco aliciente para visitar esta montaña, en zonas de la ladera tenemos otros templos con arquitectura clásica china. Uno de ellos es el Templo Cheng’en, que en cierto momento fue el tempo real. Y otro punto interesante es el Salón Dorado, con una estatua de un Buda de cinco metros fabricada con 250 kilos de oro y jade. Se dice que es el más grande del mundo y, sea cierto o no, debe ser espectacular.