Por el secretario general Alberto Botto y el secretario gremial Néstor Salvatierra
Eran tiempos difíciles, tiempos de sufrimientos laborales, de derechos sometidos y familias angustiadas. Por eso aquel 28 de junio de 1928 un grupo de compañeros decidió unirse para iniciar un largo camino de lucha cobijados por un orden institucional de trabajadores, un sindicato.
Así nacimos, así seguimos, en unidad, luchando siempre por nuestros derechos y los derechos de todos los trabajadores. En este largo camino, atravesamos momentos complicados, de incertidumbre, pero siempre juntos, siempre pensando en los compañeros y en sus familias.
Y siempre, también, trabajando para la toda sociedad, que es nuestra tarea, en el calor abrasador del verano, bajo la lluvia del invierno, a la intemperie muchas veces y con riesgo de nuestras vidas, muchas de las cuales se perdieron en la tarea de servir. Nuestro recuerdo hoy para los compañeros que a lo largo de estos noventa años murieron o arriesgaron sus vidas en el cumplimiento de su tarea de servicio a la comunidad. Son muchos.
Hemos transitado estos 90 años, además, sirviendo de otra manera: en silencio, sin aspavientos, acompañando a los más necesitados, donando. Hoy, más que nunca, incrementamos nuestra tarea solidaria, porque sabemos de la crisis existente. Y como nunca antes habíamos hecho, queremos hacer saber de nuestra acción, no para recibir reconocimientos, sino para decir a todas las organizaciones privadas, que se sumen ayudando a quienes lo necesitan, ayudando a los que ayudan. Queremos decirle al Estado que la angustia es grande y la labor de amar al prójimo gigantesca, que se sume por sobre todos.
En estos años, hemos alcanzado conquistas, jamás privilegios; hemos logrado derechos, nunca prebendas; hemos servido a la comunidad con nuestra tarea y, muchas veces, hemos corrido los trabajadores de Luz y Fuerza con responsabilidades que jamás fueron nuestras.
Pero a pesar de esas conquistas obtenidas, nunca nos hemos olvidado de los demás trabajadores y jamás lo haremos; no nos hemos olvidado de los pobres, de los excluidos, de los desocupados, de los despedidos, de los que sufren. Nunca lo haremos.
Nos queda mucho por andar, son estos tiempos críticos y posiblemente lo sean más; el compromiso, la lucha, la unidad, son nuestras armas. Nuestras armas para lograr la justicia social, la paz, la vida digna que deseamos para todos.