A 82 años del horro, Gabriel Dobkin, presidente de la DAIA Rosario, recordó a las víctimas y afirmó: "Debemos defender la democracia como forma de vida"
Un día como hoy, hace exactamente 82 años, la violencia y la muerte se apropiaron de las calles de la Alemania nazi. Las sinagogas ardieron, comercios de judíos fueron destrozados y las veredas quedaron cubiertas de vidrios y de los despojos de la destrucción. Aquella cruenta jornada del 9 de noviembre de 1938, cuya escalada de brutalidad se extendió al día siguiente, más tarde se identificó como la “Noche de los cristales rotos”.
Durante los trágicos episodios se destruyeron más de 7.500 comercios y 1.400 sinagogas. En los días posteriores, 30.000 judíos fueron enviados a los campos de concentración de Dachau, Buchenwald y Sachsenhausen. Y aunque pasaron más de ocho décadas de aquellos sucesos infaustos, es necesario practicar el deber de memoria, recreándola en términos históricos, y comparándola con el contexto actual.
Es que a pesar del paso del tiempo y la brutalidad del horror, el espacio social no logró consolidarse como hábitat pacífico y de bienestar en la aldea global, los asesinatos por razones ideológicas e intereses económicos siguen afectando, los genocidios no fueron eliminados de la faz de la tierra, la tortura y las persecuciones continúan a la orden del día. El terrorismo y el antisemitismo siguen dejando su huella de dolor.
«Los ataques generalizados contra los judíos del 9 de noviembre de 1938, anticiparon lo que fueron luego los campos de concentración y exterminio. El pretexto que utilizaron los nazis para desatar los pogromos, fue el asesinato del diplomático alemán Ernst von Rath en París, perpetrado por Herschel Grynspahn, como venganza por la deportación de su familia de Alemania a Polonia, en una acción ordenada por la Gestapo», contó a CLG Gabriel Dobkin, presidente de la DAIA Rosario.
«En pocas horas estallaron graves disturbios en numerosas ciudades. Las vidrieras de los negocios judíos fueron destrozadas y los locales saqueados, se incendiaron centenares de sinagogas y hogares judíos y muchos judíos fueron atacados físicamente. Alrededor de 30.000 fueron arrestados y deportados a los campos de concentración de Dachau, Sachsenhausen y Buchenwald», agregó.
Y concluyó: «A 82 años de la inusitada violencia, por parte del aparato genocida nazi, la Daia recuerda a sus víctimas y advierte sobre la importancia de iluminar el presente, previniendo los mensajes de odio y protegiendo la democracia como forma de vida».