Por Jazmín Ocampo (*)
El 2 de abril es el Día Mundial y Nacional de Concientización sobre el Autismo, pero a nosotros nos gusta decirle “El Día Azul”, porque azul es el color que simboliza y unifica en todo el mundo la visibilidad de las personas y familias que vivimos con el autismo.
Desde aquel frío día de agosto del año 2007 en el que supe que mi hijo Facundo tenía Trastorno Generalizado del Desarrollo dentro del Espectro Autista, yo sentí que nuestras vidas se pintaron de azul para siempre. El diagnóstico fue punto de llegada tras un largo derrotero de consultas médicas, estudios, angustias, incertidumbres y tramites, pero también fue punto de partida de un camino lleno de aprendizajes, de búsquedas, de alegrías, de profesionales comprometidas en horas larguísimas de terapias, lleno de abrazos, de sueños y de desafíos que seguimos transitando ahora a las puertas de su adolescencia, con sus 12 años y cursando exitosamente el último grado de la Escuela Primaria Común.
Vivimos con el autismo, es parte de quien es mi hijo, y es parte de nuestras vidas. De su mano aprendimos que se puede ver y vivir el mundo de una manera diferente, que hay otras formas de procesar la información que recibimos del medio a través de los 5 sentidos, que se puede pensar en imágenes, que comunicarse es mucho más que hablar, que ser literal es la forma más honesta de relacionarnos, que si destinamos menos inteligencia a las cuestiones sociales y las destinamos a eso que nos interesa podemos llegar a ser genios, entre muchas cosas más.
En síntesis, aprendimos que el autismo NO ES un problema. El problema está en lo difícil que es para la sociedad aceptar que somos diversos, que tenemos necesidades y deseos diferentes, difícil es desarmar ese estándar de la “normalidad” tan fuertemente arraigado. Difícil es lograr que una persona con autismo tenga, ni más ni menos, que los mismos derechos que una persona que no lo tiene. Y así entendimos que el problema del autismo está en las barreras que la sociedad le impone, y que la solución está en que construyamos una sociedad que incluya y un Estado que garantice el acceso a los derechos. Y es acá donde nace la necesidad de juntarnos con quienes viven lo mismo, de reconocernos como colectivo, de abrazar esta causa y caminarla uniéndonos con familias de todos los rincones del país con quienes conformamos la Red Federal de TGD Padres TEA.
Por eso en este nuevo 2 de abril haremos crecer la “Marea Azul”, nos pondremos nuestras remeras azules, agarraremos carteles, globos y velas azules y saldremos a juntarnos a las plazas de todo el país y de muchísimos países. Porque nosotros no podemos cambiar a nuestros hijos, lo que si podemos cambiar es esta sociedad para que les permita tener una vida digna y feliz. ¡Y lo lograremos!
(*) Mamá de Facundo, que a los 2 fue diagnosticado con Trastorno Generalizado del Desarrollo (TGD) no especificado, dentro del espectro autista. Miembro del grupo promotor TGD-padres-TEA.